domingo, 7 de febrero de 2010

"Sobre sindicalismo y peronismo; una crítica a José P. Feinmann", Néstor Lafleur

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, gentileza Ceplas La Plata) “(Nota: Ubaldini es ese sindicalista que le hizo la vida imposible a Alfonsín porque pagaba la deuda externa y no dijo una sola palabra, ni una, cuando Menem remató el país. ¿Rarezas del patriotismo argentino? ¿lealtades inquebrantables de los sindicalistas peronistas cuando presidentes de su partido gobiernan el país y suelen ser generosos con eso que Perón llamaba la columna vertebral del movimiento?. Váyase a saber. Pero Ubaldini, bajo Menem, ni mu.” José Pablo Feinmann, “Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina.”
( cap. nº 111, pag. IV), diario Página 12, el domingo 3 de enero de 2010.
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“(…) Rucci era Lenin al lado de lo que Ubaldini y la CGT de los 90 aceptaron.” “ Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina.” ( cap. nº 114, pag. IV), diario Página 12, el domingo 24 de enero de 2010.
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A titulo informativo, a modo reflexivo, y con sana vocación de polémica, dada la relevancia protagónica de la clase trabajadora y las organizaciones y agrupaciones sindicales en el pasado, presente y futuro de nuestra Nación, y en particular respecto del Peronismo, en tanto identidad política, constitutiva, y vigente,
de la gran mayoría del Movimiento Sindical Argentino.

LA PLATA, enero de 2010.

Néstor LAFLEUR.

Sobre Saúl Ubaldini, dirigente del gremio de los trabajadores cerveceros, Secretario General de la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT-RA).

Una breve reseña del contexto histórico y de los principales hechos en los que participó durante su trayectoria en el primer nivel de la dirigencia sindical nacional.

“(...) En razón de la naturaleza paradójica del sindicalismo –ser parte integrante del sistema capitalista al que le es antagónico sólo por su naturaleza— ni aún los peores sindicatos son, en la generalidad de los casos, únicamente organizaciones destinadas a asegurar la adaptación al statu quo. Si lo fueran, a la larga perderían sus afiliados, porque no lograrían nunca una conquista económica.” Perry Anderson, Alcances y limitaciones de la acción sindical. Pasado y Presente Nº 44, Buenos Aires: Siglo XXI, 1974.


1. El período dictatorial.

(desde el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983)

“El régimen social de acumulación que impuso la dictadura militar constituyó un caso particular, quizá el mas profundo y excluyente en América Latina, del nuevo funcionamiento de la economía mundial. Al igual de lo que ocurrió en la economía capitalista, en la sociedad argentina se impuso un planteo en el que la valorización financiera del capital devino en eje ordenador de las relaciones económicas” (…) “La condición previa que posibilitó la valorización financiera fue la inédita redistribución del ingreso en contra de los asalariados puesta en marcha por la dictadura militar mediante una caída abrupta del salario real

--superior al 40 % incluyendo en año 1977-- que tuvo como resultado una notable reducción de la participación de los asalariados en el ingreso nacional (descendió del 45% al 30% aproximadamente)”. (Eduardo M. Basualdo, Estudios de historia económica argentina. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires.2006; págs. 448; 452/453).

El período de la brutal dictadura oligárquico-militar denominada “Proceso de Reorganización Nacional”, entre el 24 de marzo de 1976 hasta el 9 de diciembre de 1983, fue uno de los peores momentos históricos para nuestra Nación. La clase trabajadora, sus organizaciones, dirigentes, delegados y militantes gremiales fueron el blanco predilecto, y necesario, para comenzar la destrucción del país industrial, del pleno empleo y de las principales conquistas sociales alcanzadas hasta entonces.

En el terreno específicamente sindical la dictadura intervino la CGT y encarceló a los dirigentes de los principales gremios, suprimió buena parte de la legislación laboral, empezando por la propia ley de Contrato de Trabajo nro. 20744, la penalización de la huelga, etc. Al mismo tiempo se reprimió a los dirigentes y delegados que resistieron esas medidas, entre decenas de miles algunos de los casos más notorios fueron los secuestros y posterior desaparición de René Salamanca (Secretario general SMATA-Córdoba), Oscar Smith (Secretario general Luz y Fuerza-Capital) y Jorge Di Pascuale (Secretario General Sindicato de Empleados de Farmacia).

Pero el ataque al sindicalismo no se registró sólo contra los dirigentes nacionales, sino también y sobre todo contra los delegados miembros de Comisiones Internas, y contra los intentos de reconstrucción de los cuerpos de delegados que procuraban reemplazar, a nivel de las empresas, la ausencia de acción sindical de las organizaciones intervenidas por las Fuerzas Armadas.

A éste movimiento de base pertenecían muchos de los militantes y activistas sindicales y gremiales que sufrieron la represión en forma de muerte, desaparición, cárcel, exilio, despidos, etc.

1977- Luego de las huelgas y movilizaciones de los primeros meses, la reorganización del movimiento sindical tuvo dos expresiones muy claras:

- Primero, se conformó la “Comisión de los 25”, integrada, entre otros, por Roberto García(taxistas), José Luis Castillo (Obreros navales), Roberto Digón (tabaco), Carlos Cabrera (mineros), Ricardo Pérez (camioneros), Juan Horvath (estatales-ATE), Abdala Baruch (metalúrgicos-UOM), Saúl Ubaldini (cerveceros) y Fernando Donaires (papeleros). Esta se caracterizó por la fuerte confrontación política y social con la dictadura ya que reivindicaba la liberación de los dirigentes y delegados presos, la restitución las organizaciones y de la legislación laboral y sindical a los trabajadores, amén de la impugnación a las principales líneas de la política económica y el reclamo por la restauración de la democracia.

En segundo lugar, se integró la “Comisión de Gestión y Trabajo”, de la cual participaron Jorge Triaca (plásticos), Luis Guerrero (metalúrgicos-UOM), Oscar Lezcano (Luz y Fuerza), y Delfor Giménez (textiles-AOT). En este caso, tendían a priorizar la negociación con la dictadura, y a establecer acuerdos sectoriales.

1979 - El 27 de abril de 1979 la Comisión de los 25 convocó a la primera huelga general, y a partir de allí comienza una nueva etapa de resistencia política y social y de reorganización sindical. La respuesta del gobierno fueron los decretos que modificaban regresivamente la legislación de asociaciones profesionales), prohibiendo la posibilidad de reconstruir la central única (CGT); y también, la normativa de las obras sociales, separándolas de los respectivos sindicatos.

1980 - En 1980, a partir de la iniciativa de algunas Regionales, muy activas, de la CGT (entre ellas la de Avellaneda-Lanús) y de la propia Comisión de los 25, se conformó la llamada CGT-Brasil, así denominada por la ubicación de su sede en una casona del barrio de Constitución, en Capital Federal); su Secretario General fue Saúl Ubaldini, dirigente cervecero de importante trayectoria posterior, y su principal intención era aunar los esfuerzos de los distintos sectores para desarrollar una protesta social más activa contra el régimen.

1981/1982 - Esta CGT-Brasil conducida por Ubaldini impulsó una nueva huelga general el 22 de julio de 1981, que tuvo mayor incidencia en los gremios industriales, y fuerte repercusión política. El 7 de noviembre de 1981 convocó a 10 mil personas por las calles del porteño barrio de Liniers para reclamar "pan, paz y trabajo" al santo San Cayetano, en lo que fue la primera expresión multitudinaria de oposición al gobierno militar del Proceso. Pocos meses después, esta línea de acción se profundizó con la movilización realizada el 30 de marzo de 1982 hacia la Plaza de Mayo, que fue brutalmente reprimida.

1983 - Una oleada de conflictos laborales en demanda de mejoras salariales, y como manifestaciones antidictatoriales y por la democracia, fue colocando a los dirigentes sindicales en el centro de la escena política y social.

Finalmente, en octubre de 1983, días antes de las elecciones presidenciales, con una CGT unificada, con Ubaldini como Secretario General, secundado por Triaca como adjunto, se realiza, con acatamiento masivo, la última huelga general del período dictatorial.

(…) “Los sectores dominantes, a través del terrorismo de Estado que ejerció la dictadura militar, le impusieron a la sociedad argentina un nuevo patrón de acumulación cuyo núcleo central fueron las políticas económicas y un nuevo comportamiento estatal” (…) “La redefinición de la relación de por sí desigual, entre el capital y el trabajo tuvo tal magnitud que sólo puede entenderse como una revancha oligárquica sin precedentes históricos en el país, acorde con el profundo resentimiento que guardaba la oligarquía nativa hacia la clase trabajadora argentina”. (Eduardo M. Basualdo, Estudios de historia económica argentina. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires.2006; págs 116/117).

2. El período democrático -1ra parte-

a) desde el 10 de diciembre de 1983 en adelante.

Los tres primeros años de la recuperación de las instituciones democráticas estuvieron plagadas de conflictos entre los sindicatos y el nuevo gobierno libremente electo.

Prácticamente desde el primer momento de la gestión de Alfonsín se entabló una confrontación política y social que se expresó en distintos ámbitos y escenarios, desde el Congreso de la Nación hasta las movilizaciones y actos en las calles. La CGT conducida por Saúl Ubaldini protagonizó estos conflictos.

En los fundamentos de esta disputa había dos situaciones básicas:

1- la crítica situación económica luego de un largo período de estancamiento, y el creciente volumen de la deuda externa, ambos pesada herencia del régimen oligárquico-militar, y

2- la deteriorada situación jurídica, económica y financiera de los sindicatos y sus obras sociales, resultante concreto del objetivo político dictatorial de destruir, o menguar todo lo posible, el poder político, social y organizativo que la clase trabajadora nacional había alcanzado en el período 1945/1975.

La situación económica y social.

La situación económica y social fue encarada por el gobierno, al principio, con la expectativa de lograr evitar el pago de los elevados intereses de la deuda externa, e intentar una política de ingresos que paliara en parte el deterioro de los salarios. Ambos intentos fracasaron. Hacia fines de 1984 tuvo que negociar con el FMI. y afrontar el pago, mientras un rápido proceso inflacionario afectaba aún más a los ingresos de los asalariados.

Como consecuencia, hacia junio de 1985, se implementó el Plan Austral con la pretensión de contener la suba de los precios, y se impuso el congelamiento de precios y salarios. Este congelamiento suponía convalidar la regresiva distribución de la riqueza heredada del régimen militar, a pesar de las intenciones del gobierno radical y de la fuerza de los reclamos sociales y sindicales para modificarla.

Si en 1975 los asalariados todavía percibían aproximadamente el 45% del ingreso nacional, a pesar del gobierno de Isabel Perón, diez años más tarde

con estancamiento económico y una población más numerosa, era sólo un 30% lo que recibían los trabajadores.

1984 - La CGT participó de la Mesa de Concertación convocada por el gobierno nacional.

1985 - La CGT se opuso al congelamiento de salarios, considerando al Plan Austral como un medio para resolver el pago de la deuda externa a costa de los salarios, más allá de la intención antiinflacionaria invocada por el gobierno.

1986 - En función de este estado de cosas socio-económico e institucional fue que la Central sindical propuso, en agosto de 1986, un “Programa de los 26 puntos para la Unión Nacional” (ver texto completo en archivo adjunto), y convocó a una nueva huelga general.

La situación institucional sindical.

La continuidad de las normas laborales y sindicales del “Proceso”, muchas de ellas proscriptivas e inconstitucionales, fue otra fuente permanente de conflictos entre el gobierno y los sindicatos.

La normalización acordada (ley 23071), después de un primer intento fallido del oficialismo en el Congreso Nacional, permitió la realización de elecciones gremiales con la participación de una amplia mayoría de afiliados durante los años 1984/1985. Además estaba pendiente definir la representación de la CGT. todavía proscripta por la vigencia del decreto dictatorial nro. 22105 (1979).

Esta situación fue salvada en parte por un reconocimiento de hecho del gobierno presidido por el Dr. Alfonsín hacia la dirección sindical provisoria que la legitimaba para desarrollar negociaciones institucionales.

Sin embargo, la CGT careció de personería gremial hasta el Congreso normalizador de noviembre de 1986, y hubo que esperar hasta abril de 1988, con la sanción de la nueva ley de asociaciones sindicales (nº 23551) para un reconocimiento institucional y legal pleno. Lo propio ocurrió con la legislación correspondiente a las convenciones colectivas de trabajo, con la reposición de la vigencia de la histórica ley nº 14250.

1986 - CGT.: Congreso normalizador y representatividad.

El 7 de noviembre de 1986, de acuerdo a lo acordado un par de meses antes con el gobierno, a través de la mediación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se celebró en Buenos Aires el Congreso normalizador de la CGT. Para su realización se utilizaron las cifras de afiliaciones y lista de sindicatos registrados en el Ministerio de Trabajo.

Este fue el primer Congreso desde 1975. Participaron 1478 delegados congresales en representación de 4 millones de afiliados cotizantes (activos y jubilados), pertenecientes a 156 sindicatos. Durante la década 1976/1986 hubo una disminución de 1 millón de trabajadores sindicalizados, como consecuencia de la acción combinada de la represión dictatorial, la desindustrialización, el incremento del cuentapropismo y la intervención y desarticulación de las organizaciones sindicales.

El Congreso se celebró con la presencia de veedores de la OIT y del Ministerio de Trabajo, y resulto electo, legal y legítimamente, para el periodo 1986/1990, un nuevo Secretariado que se integró de la siguiente manera:

Secretario General: Saúl Ubaldini (Fed. Cerveceros); Sec Adjunto: Hugo Curto (UOM); Sec Gremial e Interior: José Pedraza (UF); Pro Sec Gremial e interior: Virgilio Nuñez (Luz y Fuerza); Sec. Hacienda: Alejo Farias (UOCRA); Pro Sec Hacienda: Hernán Prado (telegrafistas AATRA, afiliado a la UCR); Sec. Prensa: Guerino Andreoni (Comercio); Sec. Acción Social: Pedro Goyeneche (textiles AOT). El Secretariado se completaba con los Vocales: Miguel Candore (UPCN); Raúl Amín (SMATA); Juan Reyes (UTGRA); Luis Morán (industria alimentación SETIA); Victor De Gennaro (ATE); Omar Peombara (petroleros SUPE); Ruben Pereyra (Fed Obras Sanitarias); Carlos Cabrera (mineros AOMA); Juan Molina (sanidad ATSA); Juan Manuel Palacios (UTA); Ricardo Perez (Camioneros); Lesio Romero (Fed Industria de la Carne); y Gerónimo Izzeta (municipales COEMA).

Este hecho fue muy positivo porque cerró una década teñida por las persecuciones, las intervenciones y las proscripciones, y porque la CGT completó, así, hacia adentro de su propia orgánica, su valioso, y decisivo aporte a la democratización y la recuperación de las instituciones del orden constitucional.

1987/1988 - Entre los hechos mas destacados cabe señalar: el apoyo incondicional a la estabilidad democrática y al orden constitucional, y su franco repudio y movilización con motivo de los motines y sublevaciones militares ocurridos en la Semana Santa. En lo estrictamente sindical es importante mencionar el surgimiento del llamado Grupo de los 15 integrado por sindicatos que se mantuvieron dentro de la CGT , pero, que desde fines de 1987, fueron el sector “participacionista” (mas afín al gobierno), y lograron la designación de Carlos Alderete (Fed. Luz y Fuerza) como ministro de Trabajo nacional.

Como resultado de estas acciones sindicales, y de los cambios políticos producidos por elecciones legislativas y de gobernadores, donde predominó el sector renovador del Partido Justicialista, se acordaron y sancionaron, a mediados de 1988, las leyes que recompusieron la vigencia de las convenciones colectivas de trabajo, y la actual ley sindical, la nº 23551.

Las trece (13) huelgas generales que convocó y garantizó la CGT, con muy alta adhesión de trabajadores, y las movilizaciones y concentraciones masivas que los acompañaron, lo ubicaron a su Secretario General, Saúl Ubaldini, como un líder sindical indiscutido por representatividad y poder de convocatoria, y como un portavoz de amplios sectores populares críticos del proyecto y las políticas del gobierno presidido por el Dr. Alfonsín





El período democrático - 2da parte-

b) desde julio de 1989 en adelante. El menemismo



En las elecciones presidenciales del 14 de mayo de 1989 resultó electo el Dr. Carlos Menem, que el año anterior había triunfado en las elecciones internas nacionales del Partido Justicialista sobre los candidatos apoyados por los sectores políticos y sindicales renovadores del Peronismo.

La CGT participó activamente del proceso electoral. Germán Adbala (ATE) y Carlos Chacho Álvarez fueron elegidos diputados nacionales, y Saúl Ubaldini delegado al Colegio Electoral Nacional, en las boletas encabezadas por la fórmula Menem-Duhalde. “Barrionuevo precisó que el menemismo había recibido en total 8 millones de dólares de los empresarios e identificó a cuatro aportantes (a la campaña): Bunge y Born, Loma Negra y Perez Companc con 700.000 dólares cada uno; Macri con 600.000 y una docena de autos Fiat; Supercemento (de Torino Macri, hermano de Franco) con 600.000; y Bridas con 500.000 dólares” (H. Verbitsky, Robo para la corona. Ed. Planeta. Buenos Aires. 1991).

Inmediatamente después de asumir, en medio de una crisis de hiperinflación, el Presidente acordó con los principales grupos económicos oligárquicos, en particular con Bunge y Born, decisiones políticas y económicas absolutamente opuestas al discurso y a la plataforma de gobierno sostenida en la campaña electoral. Esas medidas preanunciaron la adopción del neoliberalismo como doctrina, su alineamiento al gobierno de los Estados Unidos, al FMI. y al Banco Mundial, y sus posteriores políticas abiertamente antipopulares y antilaborales

El movimiento sindical se verá seriamente afectado. El peronismo se sentía traicionado por el presidente electo que había hablado del “salariazo” y la “revolución productiva” para luego hacer alianza con Bunge y Born y la UCD (Unión del Centro Democrático, partido de derecha encabezado por el capitán ingeniero Álvaro Alsogaray.)

El liderazgo de Ubaldini era cuestionado por Menem, tanto que la Comisión de Enlace (conformada por los primeros sindicatos que adhieren al menemismo y ex renovadores) solicita a los pocos meses la convocatoria a un Congreso Extraordinario para quebrar la incipiente resistencia a las primeras medidas del gobierno, y desplazar al líder cervecero.

El 10 de octubre de 1989 se inicia en el Teatro San Martín de la Capital Federal el Congreso Extraordinario de la CGT en el que se enfrentarán dos 7.

sectores y dos posiciones: aquellos que se proponen ejercer control crítico sobre el gobierno, liderado por Ubaldini y Lorenzo Miguel; y quienes priorizan el

apoyo irrestricto al gobierno, compuesto por los sindicatos miembros de la Comisión de Enlace y algunos alejados del ubaldinismo.

De allí surgieron dos estructuras orgánicas contrapuestas, y además algunos sindicatos se declararon “independientes”. La división fue forzada con una maniobra fraudulenta en la Comisión de Poderes (que verifica la legalidad y la representatividad de los delegaos congresales) luego denominado “menemista” por su incondicional adhesión y colaboración activa con el gobierno.

Sin duda la división sindical, y la desmovilización laboral y popular era una condición fundamental si se pretendía, como efectivamente ocurrió, profundizar, y consolidar el nefasto modelo socioeconómico del neoliberalismo en Argentina.

Como resultado de esa división quedaron conformados cuatro sectores:

- la CGT Azopardo, con Ubaldini como Secretario General, donde se encolumnan los gremios de la alimentación, camioneros (H. Moyano) docentes (CTERA), empleados estatales (ATE – V. De Genaro), metalúrgicos (UOM), telegrafistas, tranviarios (UTA – J.M. Palacios), marítimos, de Obras Sanitarias, Empleados de Farmacia, trabajadores de universidades nacionales (FATUN), químicos, periodistas, viajantes, La Fraternidad, judiciales (UEJN – J. Piumato), madereros y petroleros privados.

- la CGT San Martín, cuenta con el reconocimiento político y formal del gobierno, y esta encabezado por Guerino Andreoni (Empleados de Comercio) como Secretario General. Esta última conformada por los mercantiles, gastronómicos (UTGRA – L. Barrionuevo), de la carne, de la construcción (UOCRA – G. Martínez), mecánicos (SMATA – J. Rodríguez), plásticos (Jorge Triaca), telefónicos (FOETRA – J. Guillán), textiles, sanidad(FATSA – C. West Ocampo), ferroviarios (UF – J. Pedraza), vitivinícolas, azucareros, taxistas, del caucho, personal civil de la Nación (UPCN – A. Rodríguez), calzado, mineros, seguros, molineros y del vidrio.

- el “miguelismo”, es decir el grupo conducido por Lorenzo Miguel (metalúrgicos – UOM), e integrado entre otros por los petroleros (SUPE), recibidores de granos, viajantes de comercio, etc.

- los “independientes”, integrados por Luz y Fuerza, bancarios, y empleados de Correo (FOECYT – Baldassini), que se manifestaron próximos al gobierno, pero sin comprometerse con el participacionismo de la CGT San Martín.

“El inicio del proceso de privatizaciones de las empresas publicas y el tope a las demandas salariales impuesto por el plan económico Bunge y Born fueron disparadores del conflicto con los trabajadores y con el gremialismo. En ocasión del paro de gremios estatales en marzo de 1990, la medida sólo contó con el apoyo de la CGT Azopardo, mientras que se abstuvieron la CGT San Martín, los independientes, y los miguelistas integrados en la primera”. Historia de la economía argentina del siglo XX . Dr. Mario Rapoport - Director: Alfredo Zaiat -fascículo 51, pag 805 – La Página, Buenos Aires, 2007.-

1991 - En 1991, a partir de la aplicación del Programa de Convertibilidad, la estabilidad económica le permitió al menemismo consolidarse políticamente y ganar ampliamente las elecciones legislativas y de gobernadores. En la provincia de Buenos Aires fue electo el vicepresidente Eduardo Duhalde con el apoyo de la estructura política y sindical del menemismo. Saúl Ubaldini encabezó una lista opositora junto a Héctor Recalce, Hugo Moyano y dirigentes de la CGT Azopardo y de las Delegaciones Regionales que obtuvo el 2 % de los votos.

El resultado electoral condujo a la mayoría del sindicalismo a dos conclusiones: 1– que el modelo de Menem contaba con un mayoritario respaldo popular lo cual hacia prever su continuidad y probable consolidación; y 2– que para contener, o poner algún límite, a la política social y laboral del gobierno, la reunificación sindical era una necesidad urgente.

1992 - En marzo de 1992, en el Congreso de la CGT en Parque Norte (Capital Federal), los dos sectores (Azopardo y San Martín) se reunificaron mediante algunos acuerdos precarios, con Naldo Brunelli (UOM) como Secretario General.

También a principios de 1992 se organizó el Congreso de los Trabajadores Argentinos, luego Central de Trabajadores Argentinos (CTA), un nuevo nucleamiento basado en la presencia de los estatales (ATE) y de los trabajadores de la educación (CTERA), que cuestiona frontalmente al modelo neoliberal, a las prácticas de los principales dirigentes de la CGT., y a la propia estructura histórica mayoritaria del sindicalismo argentino. Desde el punto de vista ideológico y político, allí confluyeron peronistas disidentes, socialistas, comunistas e independientes de izquierda; mas tarde se sumaron las expresiones sindicales de los partidos de tradición trotskista.

“Durante la implementación de las políticas de reforma del Estado, la relación entre los sindicatos y el gobierno atravesó dos etapas diferenciadas. La primera, de oposición a la privatización de las empresas estatales entre 1989 y 1990 se encuentra el record de los conflictos gremiales correspondientes a la gestión menemista hasta 1995 (751 en 1989; 864 en 1990). Los conflictos contra las privatizaciones en los gremios telefónico y ferroviario serán decisivos: el triunfo de los planes del gobierno debilitará en adelante la resistencia obrera. La segunda etapa, fue de reacomodamiento con voluntad negociadora: precisamente en 1991 el volumen total de los conflictos disminuyó (587), decreciendo aun mas en 1992 (279).” Breve historia del sindicalismo argentino. Santiago Senen González y Fabián Bosoer – Editorial El Ateneo – Buenos Aires – 1º edición – julio de 2009 – pagina 265.-

1993 - En este año se destaca como hecho político la firma de una serie de acuerdos entre el Presidente Menem, que busca habilitar su reelección, y el ex mandatario y líder de la UCR, Raúl Alfonsín, que son conocidos como el Pacto de Olivos. Como consecuencia, en mayo de 1994 se reúne la Convención Constituyente, y luego de meses de deliberación la reforma se jura el 22 de agosto en el Palacio San José, de Paraná (Entre Ríos).

(…) La contrapartida de la consolidación de los sectores dominantes luego de las crisis hiperinflacionarias de 1989 y 1990 fue una crisis en el mercado de trabajo que avanzó aún en las etapas de mayor crecimiento económico pero cuya regresividad se profundizó cualitativamente a medida que se desaceleró la actividad económica. Una somera revisión de la evolución de los principales indicadores permite constatar la profundización de la revancha clasista puesta en marcha por la dictadura militar. Junto con la reducción del salario promedio, el desempleo, el subempleo, la pobreza y la indigencia registraron niveles inéditos que reforzaron el efecto disciplinador de la hiperinflaciones anteriores.” (Eduardo M Basualdo, op.cit., pág. 319).



1994 - El 1º de febrero de 1994, ante los avances de la política de flexibilización laboral del gobierno, el deterioro salarial, el aumento de la desocupación, y la inacción de la mayoría de la conducción de la CGT., el grupo de sindicatos original de la CGT Azopardo, se conformó el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), con mas de treinta y cinco (35) sindicatos nacionales (Camioneros, UTA., La Fraternidad, Alimentación, docentes privados (SADOP), UEJN (judiciales nacionales), trabajadores de televisión (SAT), obreros marítimos, trabajadores de publicidad (SUP), etc. Saúl Ubaldini, integro la primera conducción del MTA, que fue colectiva, junto a Hugo Moyano, Juan Manuel Palacios, y Horacio Mujica (Fed. Empleados de Farmacias), entre otros dirigentes.

Poco después, en marzo, los tres sectores internos de la CGT (menemistas, miguelistas e independientes) convocan a un Congreso Extraordinario del que resulta electo Secretario General el dirigente petrolero menemista Antonio Cassia. Mientras en el interior del país las Delegaciones Regionales canalizan el descontento social, y algunas se unifican (por ejemplo en Rosario y Córdoba) para organizar movilizaciones de protesta.

La nueva conducción firma, a los pocos días, junto al gobierno y a los empresarios representativos de los grupos económicos oligárquicos y las corporaciones transnacionales, el llamado “Grupo de los Ocho”, un llamado Acuerdo Marco para el Empleo, la Productividad y la Equidad Social, que facilitará a futuro, la implementación de las leyes flexibilizadoras,

Inmediatamente, el 6 de julio, se realiza la Marcha Federal convocada por la Mesa de Enlace que integran el MTA., la CTA., y la Corriente Clasista Combativa (CCC); y al mes siguiente, el 2 de agosto, el MTA y la CTA realizan en conjunto una huelga general con importante adhesión en el transporte, la educación y la administración pública, y con amplia aunque dispar repercusión en todo el país.

1995 - Las elecciones presidenciales acentuaron las divisiones políticas entre la CGT., que apoyó la candidatura del Presidente Menem, y el MTA y la CTA que respaldaron la fórmula del FREPASO, José O. Bordón – Carlos “Chacho” Álvarez. La reelección de Menem, obtenida con mas del 49% de los sufragios, motivó un replanteo al interior de la CGT., con miras a un accionar defensivo mas eficaz ante la muy previsible profundización del proyecto neoliberal de Menem y su ministro de Economía, Domingo F. Cavallo.

Un nuevo Congreso realizado el 4 de julio, designó a Gerardo Martínez (UOCRA) como Secretario General, con el apoyo de las 62 Organizaciones Peronistas y los sectores críticos al gobierno. El Secretariado se completó de la siguiente manera: Sec Adjunto, Juan José Zanola (Asociación Bancaria); Sec Relaciones Institucionales, Andrés Rodriguez (UPCN); Sec Prensa, Carlos West Ocampo (sanidad FATSA); Sec Cultura y Capacitación, Armando Cavalieri (Comercio FAECYS); Sec Seguridad Social, Luis Barrionuevo (UTGRA); Sec Acción Social, José Rodriguez (mecánicos SMATA); Sec Vivienda y Turismo, Oscar Lezcano (Luz y Fuerza); Sec Finanzas, José Pedraza (Unión Ferroviaria); Sec Administración, Pedro Goyeneche (textiles AOT); Sec Relaciones Internacionales, Francisco Gutierrez (UOM); y Sec Interior: Saúl Ubaldini (Federación Trabajadores Cerveceros).

Desde el inicio de la gestión de G. Martínez, el MTA condicionó su participación, exigía un plan de lucha contra el modelo que genera cada vez mas desocupación”. En un contexto marcado por la tasa mas alta de desempleo de la historia (18,6% en mayo de 1995), la creciente “flexibilización” laboral, el cierre de fábricas, la reducción de los salarios, los intentos de reformas regresivas a la legislación de convenciones colectivas, el intento de eliminar o limitar a las obras sociales sindicales, la disminución de los aportes patronales, etc., la reacción de los sindicatos y la protesta social eran inevitables.

En el Comité Central Confederal de la CGT reunido el 8 de agosto, el MTA apoyado por los sectores críticos, entre ellos algunos de los gremios más numerosos, logró imponer su propuesta, y se decidió por aclamación, un paro y movilización para el 6 de setiembre. En los días previos a la Jornada de Protesta, el MTA y la CTA coordinaron sus acciones y manifestaron públicamente que paraban y se movilizaban en contra del modelo de exclusión social. El día de la huelga, en la Plaza de los Dos Congresos, mas de 60 mil trabajadores se manifestaron contra la política social y económica del gobierno.

Este fue un acontecimiento importante de ese período por la acción conjunta de la CGT, el MTA, la CTA, la CCC, y otras agrupaciones, por la masividad de la convocatoria, y porque se logró instalar política y socialmente que el problema del desempleo era una de las consecuencias más graves del modelo neoliberal del menemismo, y que era urgente y necesario enfrentarlo.

El 20 de noviembre la Mesa de Enlace (MTA, UOM, CTA, CCC, FUA, y otros) realiza una nutrida marcha a la Plaza de Mayo contra la desocupación y la pobreza.

1996/1997 – en estos años se comienzan a ser evidentes las dramáticas consecuencias sociales de las políticas sociolaborales del menemismo, y del proceso de privatizaciones que produjo el cierre de refinerías, plantas fabriles y minas, del 90 % de los ramales ferroviarios, el establecimiento de peajes, etc., afectando la supervivencia de ciudades enteras. (…) El 12 de abril de 1997 cientos de trabajadores desocupados de la ciudad neuquina de Cutral-co, en su mayoría ex obreros petroleros y de la construcción, surgen de la invisibilidad para formar piquetes y cortar la ruta 17. En la represión muere Teresa Rodríguez. Poco después los piquetes reaparecen en Salta (Tartagal y General Mosconi). Al mismo tiempo surgen piquetes en el partido bonaerense de La Matanza. Ese mismo año, en las elecciones parlamentarias el menemismo es derrotado por la Alianza UCR-FREPASO. Se produjo entonces un punto de inflexión en la relación con el conjunto del movimiento obrero. La CGT se suma al MTA, a la CTA, y a la CCC en las movilizaciones contra la política económica.



Epílogo

“El nivel de participación de los asalariados en el ingreso fue irreversible, pero con modalidades diferentes a través del tiempo. En los primeros años de la dictadura militar, la concentración del ingreso avanzó exclusivamente mediante la brutal caída del salario real promedio, mientras que en los años ochenta comenzó a incidir la desocupación y, más aún, la subocupación de la mano de obra. Finalmente, durante la década de los noventa, si bien se acentuó la contracción salarial, la principal vía fue el explosivo crecimiento de la desocupación y, en menor medida, pero también significativa, el de la subocupación de la mano de obra. Estos fenómenos desencadenaron los inusitados niveles de pobreza extrema que irrumpieron en esos años. (…) Es indudable que esta situación se agravó durante los años noventa, coincidiendo con una profundización del proceso de desindustrialización y la privatización de las empresas estatales, deviniendo los trabajadores desocupados en uno de los estratos más dinámicos en las luchas sociales que se desplegaron durante los últimos años de la Convertibilidad. Aunque todos los estratos formaban parte de la clase trabajadora, es indudable que la profunda heterogeneidad no sólo volvió más dificultosa la convergencia sobre reivindicaciones comunes sino que, incluso, se comenzaron a esbozar contradicciones entre ellos”.

(…) “En diciembre de 2001 no solamente se abandonó la Convertibilidad, sino que se agotó de manera irreversible el régimen social de acumulación que había puesto en marcha la dictadura militar un cuarto de siglo antes.” ((Eduardo M Basualdo, op.cit., pág. 453; 470).



Las estadísticas muestran que mientras en el período 1983/1989 la frecuencia de las huelgas generales fue de una cada seis meses; en el período1989/1999 disminuyó a una cada quince meses. Estos números deben comprenderse en el contexto histórico y debe reconocerse la influencia de importantes factores internos y externos. Con respecto a estos últimos, hubo un retraimiento general del movimiento sindical a nivel internacional “vinculado con la caída de los regímenes socialistas y el avance de la globalización. En cuanto a los factores internos se destaca la experiencia traumática de la hiperinflación” (Historia económica argentina del siglo XX- MR/AZ, pag. 806). Asimismo entre estos últimos debe destacarse el impacto disciplinador y desmovilizador de la hiperdesocupación que asoló a la clase trabajadora desde fines de los noventa hasta los tres primeros años de este siglo, pese a lo cual las luchas sindicales y sociales nunca se interrumpieron, ni decayeron.

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Estos como los otros hechos políticos, sociales y sindicales mencionados pueden verificarse en los diversos textos valiosos que analizan este período de nuestra historia. Mario Rapoport, Juan Carlos Torre, Héctor Recalde, Julio Godio, Arturo Fernández, son algunos de los investigadores destacados a los que hemos recurrido, y sus producciones están disponibles.



El último cargo sindical de importancia de Saúl Ubaldini fue su designación como Secretario de Interior de la CGT en 1995. Posteriormente continuó ligado al MTA; mas tarde, fue también fue dos veces diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, y en ambas, vinculado al duhaldismo, y cumplió dos mandatos 1997/ 2001, y fue reelegido hasta 2005. A partir de mayo de 2006, fue contratado como asesor de Ministerio de Planificación Federal, que encabeza Julio De Vido. Falleció a los 69 años, victima de un cáncer de pulmón, el 19 de noviembre de 2006.

Había nacido en el barrio de Mataderos, en Capital Federal, hijo de un obrero de la carne y una costurera. Trabajó como cadete, como aprendiz de taller mecánico y en una farmacia pero la búsqueda terminó cuando ingresó al frigorífico Lisandro de la Torre, donde comenzó su carrera gremial como delegado, y participó de la huelga e histórica toma del 1º de enero de 1959, conducida por Sebastián Borro. Fue encarcelado por primera vez en 1964. Poco después se incorporó a la Compañía Argentina de Levaduras y allí ingresó al mundo de los Cerveceros. En 1972 fue elegido secretario general de la Federación Obrera Cervecera Argentina (FOCA). Desde allí fue en 1977 a la Comisión de los 25.

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Este procura ser un aporte al rescate, la reflexión, y al imprescindible debate sobre el rol del movimiento sindical y sus dirigentes, con sus luces y sombras, con sus lógicas contradicciones y limitaciones, en el contexto de la historia y las luchas nacionales.

A titulo informativo, a modo reflexivo, y con sana vocación de polémica, dada la relevancia protagónica de la clase trabajadora y las organizaciones y agrupaciones sindicales en el pasado, presente y futuro de nuestra Nación, y en particular respecto del Peronismo, en tanto identidad política, constitutiva, y vigente, de la gran mayoría del Movimiento Sindical Argentino. (Agencia Paco Urondo)

1 comentario:

  1. Perón solia decir del Dr. Mattera(compañero y dirigente peronista de los años 60) que "era un buen neurocirujano", con cierta ironía propia del "Viejo" para referirse a que Mattera políticamente era bastante vulnerable. Salvando las distancias (a favor del compañero Dr Mattera)yo diría que este muchacho Feinman "es un buen filósofo y literato". Desde el 83 para acá (cuando era alfonsinista) nunca me cerró este personaje. Interesante el rescate historico del sindicalismo peronista que hace el compañero que escribe este artículo. Saludos: Hugo García - Paraná - Entre Ríos

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