sábado, 6 de febrero de 2010

¿Y si lo atamo con alambre?, por Jorge Tribó

Mar del Plata(Agencia Paco Urondo)

La principal herramienta de combate de cualquier ejército (enemigo), es el manejo de información de calidad en tiempo real, sobre todas las variables que inciden en el desarrollo del combate en el teatro de operaciones, para lograr la derrota del adversario (nosotros)

En consecuencia, nuestra principal herramienta debería ser el arte de la desinformación (el trabajo “de zapa”, como diría nuestro Gral. San Martin)

Si la principal herramienta de cualquier enemigo es la calidad de la información para la toma de decisiones, de este lado de la trinchera, la principal herramienta debería ser la desinformación del enemigo para que tome decisiones erróneas.

Seguramente, si el enemigo fuera poderoso nos estaría espiando mediante una red de satélites.

Me pregunto si será difícil disfrazar viejos chasis de camiones con la apariencia de modernísimos tanques (rusos, chinos, alemanes o franceses, según sea el enemigo), en la que por cada uno verdadero, puedan circular 20 truchos, igualmente con el uso de lanzaderas de cohetes simuladas.

El mismo efecto ocurriría, si uno despliega gran cantidad de maquetas de aviones de última generación en las bases aéreas, con la mínima capacidad para desplazarse por sus propios medios desde y hacia los hangares próximos (¿podría ser mediante el uso de electro imanes?, ¿los detectarían los satélites?)

Ni que hablar, del despliegue de “modernísimos” misiles de largo alcance (con que lo “alcancen” a ver desde los satélites, es suficiente) y si alcanzáramos a tener algunos, quedarían “camuflados” en medio de tanta chatarra de utilería.

Si llenamos el país con “misteriosas bases”, total y absolutamente “vedadas a los ojos de extraños”, seguramente estaríamos intoxicando todos los sensores automatizados espaciales con “pescado podrido”

Pero nuestra principal fortaleza, debería ser conocer cual es la debilidad de nuestros enemigos, tomemos un ejemplo hipotético, que no tiene nada que ver con la vida real, pero sirve como ilustración:

Supongamos que en determinado momento, a los Estados Unidos se le ocurriera ocupar militarmente Latinoamérica (típica hipótesis "conspiranoica"), seguramente que para el despliegue y ocupación del territorio, utilizaría a soldados afro americanos e hispanos, fundamentalmente (tal como lo demuestran los hechos en Afganistán e Irak)

Pues bien, ello nos estaría indicando que a los caucásicos de los altos mandos no les gusta la confrontación cuerpo a cuerpo, prefieren mandar a los miembros de las etnias subalternas o utilizar pilotos automáticos ¿Cuál sería la respuesta desde Latinoamérica?, simplemente que los aparatos de inteligencia de las Fuerzas Armadas de la Unión Sudamericana deberían enviar “voluntarios sin papeles de la migra”, a inscribirse masivamente al Army o enviar a “supuestos militares dados de baja”, a enrolarse en las agencias contratistas del Pentágono.

No cabe duda, que en este hipotético (y poco creíble escenario), las batallas decisivas se darían dentro de las propias fuerzas armadas estadounidenses y la de sus fuerzas “amigas”, en definitiva, creo que esto es lo que está pasando en algunas guerras actuales, en la que los mas poderosos son incapaces de resguardar las zonas mas sensitivas, quedando el factor sorpresa (y por lo tanto el mejor manejo de la información) en manos de los “supuestamente” mas atrasados y pobres.

(Agencia Paco Urondo)

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