Mar del Plata (Agencia Paco Urondo)
Desgraciadamente, todos los vaticinios referidos al escenario hondureño y su previsible desenlace, enviados a la Paco Urondo, se cumplieron a cabalidad, las negociaciones impuestas por la Jefa del Departamento de Estado Hillary Clinton y los buenos oficios solicitados al premio novel a la alcahuetería, el presidente de Costa Rica Oscar Arias por un lado y al Secretario General de la OEA José Miguel Insulza, por el otro, fue simplemente una estrategia de distracción, para fortalecer el golpe militar, disfrazado de “institucional”.
Sin embargo, tanto el gobierno de facto de Roberto Micheletti, como su sucesor, Porfirio Lobo Sosa, presidente fraudulentamente electo, en amañadas elecciones, condicionadas, con proscripciones y bajo un estado de sitio de hecho, (todo ello, en el marco de detenciones arbitrarias y desapariciones de militantes de la resistencia) carecen de total legitimidad democrática
Lógicamente, Manuel Zelaya, sigue siendo el presidente constitucional de Honduras, con prórroga de mandato, hasta que existan las mínimas condiciones, que permitan llamar a elecciones libres, democráticas y sin proscripciones ni condicionamientos.
Frente al gobierno constitucional de Honduras, tenemos un protectorado neocolonial, que usurpó el poder de gestión del Estado y cuyas instituciones, en buena medida ya venían infiltradas por cuadros cipayos al servicio del imperio, prueba de ello, lo brinda el parlamento que, en connivencia con los golpistas militares, presentan una renuncia falsificada de Manuel Zelaya, para dar una fachada de legitimidad al golpe monitoreado desde la base aérea norteamericana de Soto Cano.
Ahora bien, si la legalidad constitucional y legitimidad institucional y popular sigue estando en manos del presidente Manuel Zelaya, éste, debe seguir conduciendo las riendas el Estado en las nuevas y excepcionales condiciones de emergencia impuestas por el poder imperial.
En primer lugar, debería encarar la reconstrucción de un ejército de carácter nacional, popular y democrático, reconociendo que el ejército actual, es un mero aparato represivo y cipayo diseñado por el imperio y, para el logro de este objetivo, sería aconsejable que el gobierno constitucional de Manuel Zelaya, firme convenios militares con los países del Alba y el MERCOSUR, para formar oficiales, sub oficiales y soldados de las tres armas que, en condiciones de normalización democrática, puedan asumir funciones de mando, según el grado alcanzado en el exterior, aclarando que, todos los ascensos acordados dentro de Honduras, a partir del golpe militar hondureño en adelante, son de carácter nulo y solamente a aquellos que deserten de la dictadura y se pongan al servicio de la constitucionalidad democrática, serán reconocidos en el futuro, por el gobierno republicano y constitucional.
En segundo lugar, tendría que organizar un nuevo aparato de inteligencia, con asesoramiento y formación profesional, brindada por los países del Alba y el MERCOSUR, que vaya infiltrando y minando el poder cipayo que usurpa actualmente el poder en Honduras, en este sentido, los países de la Unasur, deberían brindar el apoyo requerido para el cumplimiento de este objetivo.
Debería Zelaya, formar los cuadros científicos necesarios, que sirvan de soporte a las nuevas Fuerzas Armadas Republicanas organizadas por el gobierno constitucional de Honduras, ya que el poder fáctico actual, con el asesoramiento del imperio y sus mercenarios lacayos, ha transformado la lucha contrarrevolucionaria en Honduras, como laboratorio y campo de experimentación de las tecnologías de última generación que sirven de soporte a las tareas de inteligencia y represión estatal (y para estatal), para ello, y teniendo en cuenta las relaciones y contactos existentes, más los que puedan facilitar los gobiernos miembros del ALBA, debería conseguirse becas de estudio, para jóvenes patriotas hondureños, en Rusia, China, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, etc., que permita neutralizar esta tecnología de punta, en el marco de una lucha actualmente desigual
Como todo estado, el representado por Manuel Zelaya, con más razón, debería tener una política económica creativa, que tenga en cuenta los siguientes elementos:
Posibilidad de crear cooperativas agropecuarias (con alto valor agregado a partir del procesamiento industrial de las materias primas) con campesinos hondureños, en tierras cedidas en comodato por los gobiernos de los países del ALBA, mientras dure la usurpación del poder en Honduras.
Se deberían brindar subsidios por parte de gobiernos de la UNASUR, para la creación de empresas comerciales, industriales y/o agropecuarias con empresarios hondureños comprometidos con la causa de Morazan y Manuel Zelaya, en distintos países de Latinoamérica y la rentabilidad de estas empresas, deberán estar al servicio de la lucha contra el terrorismo de Estado en Honduras y, bajo la conducción del presidente Zelaya, todo ello, sin excluir la creación de este tipo de empresas en la misma Honduras.
No deberían descuidarse las políticas de desarrollo y fortalecimiento institucional de las organizaciones sociales que componen el frente de resistencia popular hondureño, teniendo en cuenta (en base a la experiencia) que se intentará exterminar masivamente a la dirigencia y cuadros medios, en este caso, los gobiernos progresistas y las organizaciones sociales de toda Latinoamérica, deberían brindar protección y asistencia a los cuadros militantes de la resistencia, perseguidos en Honduras.
Sería inestimable, la colaboración que jóvenes internacionalistas europeos, asiáticos, norteamericanos y latinoamericanos, podrían brindar dentro de Honduras, gestionando y/o apoyando las tareas requeridas por el gobierno de Manuel Zelaya y los dirigentes de la resistencia popular.
Mas temprano que tarde, la verdadera democracia retornará en Honduras
(Agencia Paco Urondo)
lunes, 4 de enero de 2010
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