lunes, 8 de febrero de 2010

Don Pepe recupero la esperanza, ¿y vos? Por Mauricio Benítez

Capital Federal (Agencia Paco Urondo) Ayer, por la tarde más precisamente, me crucé con Don Pepe, que desde hacía un tiempo no lo veía. Don Pepe, es un vecino, el de la esquina de mi casa. Nació en el interior del país, y en su niñez se vino a vivir a González Catán (ciudad del partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires, Argentina).

Era muy amigo de mi abuela. Ambos fundaron el barrio, en el que me críe. Don Pepe no es una persona “politizada”, por llamarlo de alguna manera. De joven no pudo asistir a la escuela, porque las condiciones sociales existentes lo obligaban a tener que trabajar ayudar en su casa. Trabajo toda su vida, y lo poco que tiene lo hizo laburando. En el barrio se lo respeta mucho, es un vecino amable y muy respetuoso. Se levanta a las 6 de la mañana, ya está jubilado, pero no perdió la costumbre de despertarse temprano, fumarse unos puchos mientras toma algunos mates.

Ayer por la tarde, de manera sorprendente, me lo encontré cuando iba hacia la parada de colectivo, para poder asistir a la universidad. Nos saludamos respetuosamente, y luego de una charla protocolar, al estilo hola que tal, me invito a su casa a almorzar, con la excusa de que le interesaba plantearme algunas cosas. No tenía mucho que hacer, y me sorprendió su actitud, por lo cual le dije, “…si Don Pepe, no tengo problemas, me interesa su propuesta...”

Hoy, por el mediodía me acerque a su casa y ahí estaba, en la vereda, esperándome de manera sonriente. Sentate, como en tu casa me dijo. Con su permiso don pepe. Pasé, y estaba su señora Doña Rosa, que sin dudas es la mujer más amigable del barrio (Trabajó toda su vida cama adentro, cuidando a una anciana del barrio porteño de recoleta, que falleció hace algunos meses). Bueno pibe, te quiero contar algo, concluyó.

-Yo no entiendo nada de política, pero vos si, y realmente quiero que me digas si lo que te digo es como yo lo veo, o quizás estoy equivocado. ¿Te acordás del 2001? Preguntó, enfáticamente.

- Si Don Pepe, yo era un mocoso, pero como olvidar esa noche que terminamos todos acá en la esquina, comiendo galletitas con los chicos del barrio, mientras los más grandes prendían fuego gomas, que recaudamos con los vecinos, porque había un supuesto rumor de saqueo.

-Exacto, ese día pensé que nuestro país ya no tenía rumbo, que el esfuerzo de tantos años por tener algo no había valido la pena. Estábamos perdidos, cualquier cosa era posible, no teníamos rumbo.

- Fue el pensamiento de mucha gente, Don Pepe.

Espérame un segundo, me dijo, mientras le pedía a su esposa que traiga el vino.

- Volviendo al tema, disculpa la interrupción, vos sos joven, no viviste tantas cosas como yo, o como te abuela y hoy te puedo asegurar, que tengo esperanzas y estoy orgulloso de ser argentino.

Realmente me había dejado sin palabras, ¡y con lo que a mí me cuesta eso!

- ¿Por qué Don Pepe, qué fue lo que cambio su forma de ver las cosas?

- Mira, vos sabes que soy jubilado y que ahora hay una ley por la cual tenemos un aumento de dos veces al año, no te digo que me alcanza para vivir de lujo, pero al menos es digna, y con alguna que otra changa puedo llegar a fin de mes, comprarle una pilchita linda a mis nietos, invitarlos a tomar un heladito y cosas como esas.

Obvio, objeté y ya estábamos entrando en el campo donde a mí me gusta tocar la pelota de primera. Gracias a este proyecto de país, que hoy conducen nuestros compañeros Cristina Fernández y Néstor Kirchner. Se lo dije con un guiño.

-Sabes que yo no la vote, y me arrepiento eh (apenado)

-Bueno Don Pepe, a veces uno se equivoca, lamentablemente la información real no la manejamos nosotros.

- Espero, pibe, que con esta ley que se aprobó, esa de medios, se puedan ver otras cosas, más interesantes que los payasos que aparecen en la tele todo el día hablando de cualquier cosa. No sé, algo que sea más atractivo, más cultural, algo con que podamos aprender nuevas cosas. La verdad estoy cansado de ver en los noticieros como todo el tiempo, todo es un caos, la inseguridad, la delincuencia, y antes cuando estábamos muertos de hambre, nadie decía nada. Todos se callaban. Porque ellos hablan del barrio y no saben lo que es, si viven en un departamento en el piso 17.

- Es cierto, esta nueva ley nos da voz Don Pepe, ahora vamos a poder hablar. Recuperamos el derecho a contar la verdad que vivimos los de abajo, los que no tenemos miedo a la inseguridad. Nosotros tenemos miedo a la falta de educación, a las drogas, a la falta de insumos en las salitas de salud. A que los niños que por nacer acá, estén destinados a ser sirvientes toda su vida, a vivir en la miseria, sin sueños, sin esperanzas.

- Otra cosa que te quería decir, estoy cansado de ese Cobos, ¿Qué hace dentro del gobierno si no apoya a la presidenta? ¿No se supone que la tiene que ayudar a la presidenta? La gente vota un modelo de país, propuestas, vota a quienes van a hacer las cosas que uno quiere que haga. Y si él no esta de acuerdo con el gobierno, se tiene que ir, ¿vos que opinas?

- y lo que pasa que algunos quieren volver a los 90, a esos años en donde, si usted recuerda, en el barrio todos la pasamos mal, hasta Doña Pocha (la señora mas adinerada del barrio). Mi viejo se quedó sin laburo, mis tíos, mis primos, todo el barrio andaba viendo que podía hacer para comer. La gran mayoría salía a cartonear, para ganarse el pan de todos los días. Y así fue como muchos chicos del barrio no pudieron estudiar, porque acompañaban a sus padres a juntar cosas a la calle. Nosotros íbamos al comedor del colegio, porque mal que mal mi familia me pudo mandar al colegio. Y ahí estábamos todos los chicos del barrio, con Luciano (el hijo de don pepe) a veces íbamos juntos, no se si usted lo recuerda.

- Bueno, ¿vos sabias que Luciano consiguió trabajo?

- ¡No!, no sabía. ¿Dónde está trabajando?

- En una cooperativa, que se anotó hace unos meses, esas del gobierno, gana $1.400, eso le permite seguir estudiando en la universidad. Lo bueno es que ellos mismos son sus propios jefes y se organizan para poder trabajar, y eso no sabes que importante que es, yo estuve 30 años bancándome a un trompa (en la jerga barrial “jefe”) que me hacia quedar después de hora, nos pagaba cuando quería, un explotador.

- ¡Qué bueno! Me pone contento por Lucianito.

-Y Carlita (la otra hija) empezó a cobrar ese subsidio que da el gobierno, no sé cómo se llama bien.

- La asignación universal por hijo, no es un subsidio, es un derecho que nos debían, y eso se consiguió porque hubo voluntad política. Esa plata se saca de las AFJP, que antes eran privadas, ahora son nuestras, del pueblo y están a nuestra disposición.

- Sí, sí, ese mismo. ¡No sabés como le vino! al pelo, porque ahora con eso puede comprarle los útiles a la nena. Eso si la tuvo que vacunar y presentar los papeles porque sino no podía cobrar. La otra vez la acompañe al banco. Había cualquier cantidad de gente, todos estaban contentos, era algo que no esperaba nadie, y que fue bien recibido por todos.

- Sí, y esa plata que antes se la llevaban al exterior, ahora se reparte a la gente, y en términos económicos hace que haya más plata en el país, y más consumo, porque los que menos tenemos más consumimos. Socialmente nos permite a los más humildes tener un respaldo social que nos permita apostar a la educación de nuestros hijos, tener un manguito más para llegar bien a fin de mes, entre otras cosas.

- La verdad este gobierno me dejó sin palabras, yo pensé que todos eran iguales, pero estoy feliz de que haya alguien que se preocupe por nosotros, por los humildes. Este 2010 es el bicentenario y estar como estamos hoy es una alegría, porque no estamos re bien, pero al menos los bondis están llenos, la gente tiene trabajo, y puede proyectar un futuro. Este gobierno esta con el pueblo. Pibe, vos sos joven, lucha por tus ideales, no bajes los brazos, acá tenés un soldado para lo que necesites, ¡aguante Cristina! (sonriendo).

- Gracias Don Pepe, usted me alegro el día, porque estas cosas que usted me dice, yo las escucho decir a mucha gente, pero que me lo diga usted, que yo puedo asegurar que es un tipo honesto y de barrio, me llena de esperanzas y ganas de continuar en la lucha.

Luego continuo la charla, y hablamos de otras cosas, como fútbol y ajedrez, y hasta jugamos una partida. Tenía ganas de contar esta historia, de un vecino, que recuperó la esperanza de soñar con un país mas justo para todos. Un vecino que sin dudas es un ejemplo a seguir. Mi pregunta es ¿Cuántos don pepe recuperaron la alegría, la felicidad y las ganas de soñar gracias a este gobierno? Que esta conversación se difunda es difundir la esperanza, la que se construye con los más humildes, la verdadera. Porque despertar el brillo interno que poseemos como personas pertenecientes a la digna lucha de la construcción colectiva de herramientas comunes a disposición de la conformación socio-cultural de un país, es una tarea que enamora, no solo a aquel que la lleva adelante, sino también a aquel que la recibe como práctica de la libertad de conciencias predispuestas a encarnar sueños en hechos y transformar la tristeza en alegría.

Heredamos un espíritu de lucha, peleamos para recuperar la sonrisa de aquellos que fueron victimas de procesos de destrucción social. No podemos responder a su violencia, de otra manera que no sea con amor, con poesía, con mensajes esperanzadores y con ganas de (re)construir un humilde espacio territorial, en donde cualquiera que tenga la suerte de vivir en el mismo, pueda decir: “TENEMOS UN FUTURO, Y NO LO VAMOS A REGALAR TAN FACILMENTE”

* Humildemente dedicado a mi abuela, la persona que me crío, y que desde el cielo me alienta a continuar día a día en la lucha. Fue ella quien me enseño que por más que tenga un solo pan, lo tengo que partir en cuantos pedazos sean necesarios para que todos podamos comer.

mauriciobenitez@jpdescamisados.com.ar (Agencia Paco Urondo)

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