martes, 5 de enero de 2010

Tuberculosis en la Ciudad de Buenos Aires

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, por Lucas Schaerer, gentileza Donato Spaccavento) Los niveles de infección en el sur de la Ciudad se comparan con los de las regiones pobres de África. Un informe del hospital Piñero deja en evidencia las trágicas consecuencias del régimen esclavista que utilizan las grandes marcas de ropa.

La eliminación de decenas de camas en el hospital Muñiz durante la última dictadura, el desarme de los controles sanitarios en la frontera durante los noventa y la actual impunidad judicial para la industria textil esclavista deja un saldo sanitario de alto riesgo para los porteños. Noticias Urbanas accedió a un informe elaborado en el hospital Piñero, denominado “Veo, veo ¿qué ves?: tuberculosis ¿otra vez?”, que deja en evidencia cifras alarmantes.

En el área programática del hospital Piñero (el sur de la Ciudad) se detectó una tasa de infección de tuberculosis de 141.46 cada 100 mil habitantes (en 1999 era de 33.1 cada 100 mil habitantes). El promedio nacional es de 50 casos cada 100 mil (años atrás era de 30 cada 100 mil). Leyó bien. El sur de la Ciudad concentra la tasa más alta de tuberculosis de toda la República Argentina, junto con el Chaco impenetrable. Del análisis de 251 planillas surge que el 50.50 por ciento de los pacientes son de la Ciudad y el resto del conurbano bonaerense. De los casos de la Ciudad, 2.155 registrados el año pasado, 406 (el 37.3 por ciento) pertenecen al área programática del Piñero. En la conformación de este escenario pavoroso, juegan un rol preponderante los talleres textiles que operan clandestinamente en la Ciudad y abastecen con mano de obra inmigrante y esclava el trabajo requerido por las grandes marcas de indumentaria.

“Todos sabemos que la tuberculosis está relacionada con la pobreza, falta de alimentación, hacinamiento y tipo de trabajo. En esta área hay mucho trabajo esclavo por los talleres de costura y esto hace que se dificulte el control de esta enfermedad”, señaló al mensuario Mundo Hospitalario Zulma Pisera, médica pediatra con orientación en neumología. La doctora detalla en el diario de la Asociación de Médicos Municipales que “en los últimos dos meses tuvimos dos chiquitos en una misma escuela con tuberculosis grave, y el mes pasado de otra escuela. Esto habla de que la enfermedad no está controlada”.

El informe del Piñero fue elaborado por la jefa de Microbiología, la jefa de Neumofisiología, una bioquímica especialista en tuberculosis y otra pediatra orientada en neumofisiología. “Las cifras son similares a las de África subsahariana o a las del Impenetrable Chaqueño”, confirmó a Noticias Urbanas Lucrecia Campos, neumofisióloga, quien describe el trabajo con pacientes reducidos a la servidumbre en los talleres textiles: “Es muy difícil acceder a esta población. Los pacientes no dan las direcciones exactas de donde viven, y tampoco se puede entrar a los talleres. En esta zona hay cada vez más migración, y cuando llegan, engañados con la promesa de trabajo, de lo primero que se enteran es de que están enfermos; y al evaluarlos nos damos cuenta de que padecen tuberculosis desde hace seis meses, por ejemplo, y han venido en un micro durante 36 horas, siendo bacilíferos positivos, o sea, contagiando”.

TALLERES DE LA MUERTE

Hace por lo menos una década, según la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, fue instalada una industria textil basada en talleres camuflados en viviendas. “La clave económica son los intereses de los fabricantes de ropas. Con este sistema de subcontratación no pagan impuestos, cargas provisionales, y sobre todas las cosas, las responsabilidades (ley 12.713, regula el trabajo domiciliario) de la explotación salvaje.

Resisten los grandes fabricantes y cuentan con el apoyo del Estado nacional y Ciudad por omisión”, dice en la megacausa en manos del juez Julián Ercolini, quien debe investigar a marcas de ropa de primer nivel (ver recuadro). Un negocio que supera los 700 millones de dólares al año. El régimen neoesclavista de producción textil, como lo llama el abogado de la Defensoría y reconocido especialista en trata y trabajo forzoso, Mario Ganora, ha dejado una cruel huella en el sistema de salud porteño. Hace tres años que el abogado Ganora aportó con la firma de la defensora del Pueblo porteña, Alicia Pierini, una investigación realizada por el Instituto “Profesor Dr. Raúl Vaccarezza” de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo titulado “Inmigración y tuberculosis” da cuenta que “los pacientes que provienen de países con alta tasa de proporción de tuberculosis (Bolivia y Perú) se infectan en su país de origen y las condiciones sociales locales favorecen el desarrollo de la enfermedad”.

Tres años después del informe presentado en la Justicia federal, el panorama empeoró, tal como expresa el estudio realizado por personal del hospital Piñero. (Agencia Paco Urondo)

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