Dolores, Buenos Aires (Agencia Paco Urondo) La reciente nominación al Oscar de la película argentina “El secreto de sus ojos”, pone de relieve una vez más un debate que no se tiene mucho en cuenta sobre los aportes que hace el Estado en su fomento a la industria, en este caso a una industria cultural como la del cine. Si bien el cine no es una factoría del tipo clásica, con chimeneas y obreros, no es posible desconocer que se trata de una empresa creativa, que demanda gran cantidad de recursos humanos y que tiene implicancias sociales de envergadura, al reflejar en su producción el grado de desarrollo, capacidad técnica y creatividad artística de los habitantes de un país.
La película dirigida por el reconocido cineasta Juan José Campanella, tiene el sello –como la mayoría de las cintas nacionales- del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), una dependencia administrativa con autarquía, pero que está en la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación, ligada en forma directa al Poder Ejecutivo Nacional. El INCAA se ha convertido con los años, en el motor principal de la producción cinéfila criolla y desde su creación ha venido bregando por fusionar los esfuerzos del sector privado y convertirse en un aporte indispensable para la promoción de nuevos directores y producciones. Además de democratizar la difusión y el acceso a las películas nacionales con las salas INCAA, que son espacios dedicados a la proyección de films hechos en el país.
Lo cierto es que la realización de la película en la que actúan Darín y Francella, entre otros magníficos actores, contó con aportes del Instituto por un monto de casi $ 2 millones, que alcanzó a financiar un 25% de la película. Es decir, hay una clara contribución del Estado para el fomento de una industria, que luego no sólo recauda millones (y devuelve al INCAA el crédito prestado), sino que además muestra las potencialidades creativas, artísticas y técnicas con las que cuenta el país. Desde que el INCAA financia las películas, la producción fílmica en el país se ha disparado y ha aumentado en un 300%, con el correlato de creación de fuentes de trabajo, aumento en la matrícula de las universidades de cine etc.
Cuando todavía se oyen voces nostálgicas del libre mercado, de la ridícula teoría del derrame o de la inseguridad jurídica que espanta inversiones extranjeras, la realidad, que es la única verdad, se encarga de demostrar una vez más que la intervención del Estado en el fomento industrial no es sólo un aliciente, sino una imperiosa necesidad, ya que a diferencia del impulso privado que busca la rentabilidad como fin principal, el Estado interviene para garantizar igualdad de posibilidades, inclusión social y democratización en el acceso a la producción y consumo de bienes culturales.
Nos enorgullece la posibilidad de que sea el Estado, junto con Campanella, Darín y todo el magnífico equipo que realizó esta película, el que represente al país en el premio más importante que entrega la industria del cine, contribuyendo a reafirmar una política de Estado fuertemente impulsada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para beneficio del conjunto de todos los argentinos. (Agencia Paco Urondo)
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